LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA
28 MARZO
Santos Esteban Harding ab, Cástor mr, Gúntram re
Papa Francisco: «San Pablo afirma: «Con el corazón se cree» (Rm 10,10). Esta interacción de la fe con el amor nos permite comprender el tipo de conocimiento propio de la fe, su fuerza de convicción, su capacidad de iluminar nuestros pasos. La fe conoce por estar vinculada al amos, en cuanto el mismo amor trae una luz. La comprensión de la fe es la que nace cuando recibimos el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da ojos nuevos para ver la realidad» (Lumen fidel,26). Al día siguiente de la resurrección de Jesús, sus discípulos no contemplaron una verdad puramente interior o abstracta, sino una verdad que se revelaba a ellos precisamente en el encuentro con el Resucitado, en la contemplación de su vida, de sus misterios. Con razón santo Tomás de Aquino afirma que se trata de una oculata fides, de una fe que ve (cf. ibíd., n. 30).
PALABRA:
Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos». Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo, « No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Decid que sus discípulo fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais.Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros». Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y
esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
ORACIÓN:
Hechos 2,14.22-32; Salmo 15,1-2.5-11 • MATEO 28,8-15
JESÚS RESUCITADO,tu resurrección es la fuente de alegría y de esperanza para quienes, por el bautismo, participamos de tu muerte y de tu triunfo. ¡ Que, por tu misericordia, mi vida sea limpia, como el día de mi bautismo !. (Sigue tu oración personal)
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