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jueves, 20 de agosto de 2015

PALABRA Y VIDA: JUEVES 20/08/2015





jueves 20
S. Bernardo, m.o.
Zaqueo; Cristóbal y
Leovigildo; Filiberto;
Samuel; María de
Matías



XX del T.O.
4° del salterio
Jue 11,29-39a/Sal
39 / Mt 22,1-14

                                     Mateo 22,1-14

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda".
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda". Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?". El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes". Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos».


La vida, banquete universal
La parábola nos plantea, de nuevo, la vida como banquete universal, al que todos somos amados y todos estamos invitados. Se enmarca dentro de las «parábolas de denuncia»  y nos ofrece un nuevo orden, distinto por completo de los organigramas sociales. Todos, «buenos y malos», trabajadores y vagabundos, estamos invitados a convertir el mundo en un salón de bodas, en el que reine la fiesta, la comida y la bebida pero, sobre todo, «ilusión de vivir». Solo se nos pide que convirtamos nuestro corazón en un «traje de fiesta»: acogida de la invitación, buena voluntad, intención noble, disposición sincera.





PALABRA Y VIDA: MIERCOLES 19/08/2015




miércoles 19
S. Juan Eudes y
S. Ezequiel
Moreno,m.l
Jordán de Pisa;
Bernardo Tolomei;
Bartolomé de Simeri



XX del TO.
4a del salterio
Jue 9,6-15/Sal 20/
Mt 20,1-16

                                     Mateo 20,1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido". Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?". Le respondieron: "Nadie nos ha contratado". El les dijo: "Id también vosotros a mi viña". Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros". Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado solo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno". El replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?". Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos».


Jesús favorece a los débiles
La lectura de esta parábola casi siempre enciende nuestras preguntas sobre la justicia y la injusticia. Aquel propietario paga a todos justamente, paga lo convenido. La clave está en la actitud de su corazón hacia los más débiles. No se trata de quebrantar las leyes de la justicia sino de ensanchar el campo de la ayuda a los que más lo necesitan. Por encima de la relación patronal, el Señor establece la relación paternal. La bondad de Dios nos desconcierta muchas veces, pero cautiva nuestro corazón.





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