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domingo, 27 de diciembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL DOMINGO 27/12/2015





Domingo 27
Juan evangelista
Fabiola; Geraldo; 
Godofredo; Teófanes





Oficio de la S. 
1Sam 1,20-22.24- 
28 / Sal 83 / 1In 
3,1-221-24 / Lc 
2,41-52




1Samuel 1,20-22.24-28
En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo: «Al Señor se lo pedí». Pasado un año, su marido Elcaná subió con toda la familia para hacer el sacrificio anual al Señor y cumplir la promesa. Ana se excusó para no subir, diciendo a su marido: «Cuando destete al niño, entonces lo llevaré para presentárselo al Señor y que se quede allí para siempre». Ana se quedó en casa y crió a su hijo hasta que lo destetó. Entonces subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aún muy pequeño. Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo: «Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo». Después se postraron ante el Señor.



Salmo 83
Dichosos los que viven en tu casa, Señor.






1Juan 3,1-2.21-24
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.


 

Lucas 2,41-52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.














La familia, santuario de amor
La Iglesia nos invita hoy a contemplar la Sagrada Familia. El papa Benedicto XVI definía así a las familias, en su visita a Valencia: «Familia feliz es aquella que se convierte en un santuario de amor, de vida y de fe». Hoy es un día para pedir por las familias, para admirar sus afanes, ilusiones y esfuerzos. Cuatro hermosos destellos han de brillar siempre en nuestras familias: la autoridad, es decir, la verdad y la razón, lo que se dice y se hace responde a lo bueno y verdadero; el testimonio, ya que las palabras mueven pero el ejemplo arrastra; el diálogo, o lo que es lo mismo, la escucha atenta, la comprensión, el enriquecimiento personal; y por último, el espíritu de servicio, porque los cristianos no hemos venido a ser servidos sino a servir.








Señor, ayúdanos a comprender que el miramos profundamente a los ojos no es solo un mirarnos, sino buscar el punto de nuestro encuentro para construir vida, establecer valores y saborear alegrías.








DESDE CULTIVARSE ES CRECER OS DESEAMOS UNAS FELICES FIESTAS



PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL SÁBADO 26/12/2015





sábado 26
S. Esteban, f.
Dionisio; Zósimo;
Marino





Oficio de la f
He 6,8-10; 7,54-60
/ 30 / Mt
10,17-22







Mateo 10,17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernantes y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará».











El testimonio de san Esteban
Hoy la Iglesia celebra la fiesta de su primer mártir, el diácono san Esteban. Aparecen los contrastes del evangelio: ayer, sentimientos de gozo y de alegría por el nacimiento del Niño Jesús; hoy, en cambio, nos alerta de los peligros: «Guardaos de los hombres que os entregarán a los tribunales y os azotarán» (Mt 10,17). Y es que la fe proclamada ha de pasar a ser la fe vivida y testimoniada. Y, entonces, llegará la réplica de otros valores y la contestación del mundo. Nos fascina la figura de Esteban, en el momento de proclamar la muerte y resurrección de aquel Niño que tenía en Él la vida. Aquel joven se lanza a la discusión con los de la sinagoga, «que no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba» (He 6,10). Y ofrece su testimonio que desemboca en el martirio. Si el cristiano hoy es un testigo de Jesucristo, lo que ha visto con los ojos de la fe, lo ha de decir sin miedo con las palabras más comprensibles, es decir, con los hechos, con las obras.



Señor, danos hoy la fuerza necesaria para proclamar tu presencia y tu Palabra en el ambiente del mundo y en los escenarios de la sociedad. No podemos tallar ante la injusticia, ni ante la falsedad. Tú nos comunicarás lo que hemos de decir en cada momento.







DESDE CULTIVARSE ES CRECER OS DESEAMOS UNAS FELICES FIESTAS

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL VIERNES 25/12/2015




viernes 25
Natividad del 
Señor, s.
Na Sra. de Belén






Oficio de la S. 
Medianoche: Is 9,1-3. 
5-6 / Sal 95/ Tit2,11- 
14 /Lc, 2,1-14. Día: 
Is 52,7-10 /Sal 97/ 

Heb1,1-6/In 1,1-18
(breve: 1,1-5.9-14)




                          



                                       

                                                              Juan 1,1-5,9-14
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibe. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba, el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
                                                                                                                          




¡Feliz Navidad!
Hoy, con la sencillez de los niños, contemplamos el gran misterio de nuestra fe: Dios envía a su Hijo eterno, nacido de la Virgen María, para rescatarnos de la esclavitud del pecado. El apóstol Juan lo explica usando expresiones de gran profundidad teológica: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» (Jn 1,1). Es el vaciamiento de Dios, que se funde con lo humano. Dios omnipotente, sin dejar de ser Dios, ahora es también uno de nosotros. Ha venido a la tierra para devolvernos la condición de hijos de Dios. Pero es necesario que cada uno de nosotros acoja en su interior la salvación que Él nos ofrece, como bien nos lo explica san Juan, «a todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios». ¡Hijos de Dios! Quedamos admirados ante este misterio inefable: «El Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre para hacer a los hombres hijos de Dios», nos dirá san Juan Crisóstomo. Vivimos nuestra «filiación divina» con alegría, con ilusión, con esperanza. ¡Feliz Navidad!







DESDE CULTIVARSE ES CRECER OS DESEAMOS UNAS FELICES FIESTAS

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