viernes
S. Juan de
Capistrano, m.l.
Servando y
Germán; Ignacio
de Constantinopla;
Juan Bono
XXIX del T.O.
1° del salterio
Rom 7,18-25a /Sal
118 / Lc 12,54-59
118 / Lc 12,54-59
Lucas 12,54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás e allí hasta que no pagues el último céntimo».
Los signos de los tiempos
Lo proclamó con fuerza el concilio Vaticano II: «La Iglesia tiene el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio» (GS 4,1). Los «signos de los tiempos» nos invitan a colocar nuestra mirada en la marcha del mundo, en la humanidad sufriente que busca y no encuentra un mundo mejor. Pero ahí están, ante nosotros, «los signos de los tiempos»: el hambre que nos interpela; la debilidad de tantos seres humanos que nos reclama; las injusticias que nos sublevan; las violencias que nos aterran; las guerras, con tanta sangre derramada como salpica la piel del alma. Y, mientras tanto, ¿qué hacemos nosotros? ¿Cuál es nuestro granito de arena? ¿Guardamos silencio o ponemos el grito en el cielo y en la tierra?
Alguien dijo, con emoción y encanto: «La Biblia es un menú de Pan fraterno. Jesús es el Pan vivo. El universo es nuestra mesa, hermanos».