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viernes, 22 de julio de 2016

PALABRA Y VIDA DEL VIERNES 22/07/2016





Tiempo Ordinario/ 16°     Salterio 4° Semana. Tomo III
Viernes 22 Julio







Santos MARÍA MAGDALENA NT,

Anastasio enj, Cirilo ob, Gualterio (Walter) cf

Papa Francisco: Dejemos que la experiencia [pascual] impresa en el Evangelio, se imprima también en nuestro corazón y se Transparente en nuestra vida. Dejemos que el asombro gozoso de la Pascua se irradie en los pensamientos, en las miradas, en las actitudes, en los gestos y en las palabras... ¡Ojalá fuesemos así de luminosos! Pero esto no es un maquillaje. Viene de dentro, de un corazón inmerso en la fuente de este gozo, como el de María Magdalena, que lloraba la pérdida de su Señor y no creía a sus ojos al verlo resucitado. Quien experimenta esto se convierte en testigo de la Resurrección, porque en cierto sentido resucita él mismo, resucita ella misma. De este modo es capaz de llevar un «rayo» de la luz del Resucitado a las diversas situaciones: a las que son felices, haciéndolas más hermosas y preservándolas del egoísmo; a las dolorosas, llevando serenidad y esperanza



PALABRA:
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera,,  junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «Suéltame que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro"». María Magdalena, fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».


ORACIÓN:
Cantar de los Cantares 3,1-4a; Salmo 62,2-9 • JUAN 20,1.11-18
SEÑOR, María Magdalena me da un doble ejemplo: su entrega total a tu inmensa MISERICORDIA  y al amor que llenó toda su vida, y su misión de anunciar a los demás que resucitaste,  que estás vivo y que eres la vida para quien se decida a seguirte. Amor y misión, que hago mías en esta vida. Y espero, Señor, que un día oiga que me llamas por mi nombre para decirme que estoy entre los elegidos para estar cerca de ti en tu reino: así nuestra amistad será para siempre;
(Sigue tu oración personal).






PALABRA Y VIDA DEL JUEVES 21/07/2016






Tiempo Ordinario/16º  Salterio 40 Semana. Tomo III
Jueves 21 Julio






Santos LORENZO DE BRINDIS pb dc,

Práxedes vg mr, Víctor mr, Alberico pb mr


Papa Francisco: Cuando habla al pueblo, Jesús usa muchas parábolas: un lenguaje comprensible a todos, con imágenes tomadas de la naturaleza y de las situaciones de la vida cotidiana. ¿Qué es el reino de los cielos? Jesús no se preocupa por explicarlo. Lo enuncia desde el comienzo de su Evangelio: «El reino de los cielos está cerca» —también hoy está cerca, entre nosotros—; sin embargo, nunca lo deja ver directamente, sino siempre de manera indirecta, narrando el obrar de un propietario, de un rey, de diez vírgenes... Prefiere dejarlo intuir, con parábolas y semejanzas, manifestando sobre todo los efectos: el reino de los cielos es capaz de cambiar el mundo, como la levadura oculta en la masa; es pequeño y humilde como un granito de mostaza, que, sin embargo, llegará a ser grande como un árbol.


PALABRA:
Se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les contestó: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: *Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure". ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron».


ORACIÓN:
Jeremías 2,1-3.7-8.12-13; Salmo 35,6-11 • MATEO 13,10-17
SEÑOR, quiero convertirme -dirigir mi atención y mi vida toda hacia ti- para que me cures de mi sordera, de mi ceguera y de mi embotamiento de corazón. Pero, con el profeta, te pido: Conviérteme y me convertiré a ti. Porque por mis fuerzas, no puedo. MI salvación es obra de tu Misericordia: yo me dejo guiar por ti, y sé que estoy en buenas manos. (Sigue tu oración personal).


No quieren convertirse para que yo los cure.







PALABRA Y VIDA DEL MIÉRCOLES 20/07/2016







Tiempo Ordinario/16º  Salterio 40 Semana. Tomo III
Miércoles 20Julio








Santos Apolinar ob mr, Elías prof,
José M.a Díaz Sanjurjo ob mr, Marina vg mr, Aurelio ob.

Beatas Rita, Dolores y Francisca vgs mrs



Papa Francisco: La parábola del sembrador nos habla hoy a cada uno de nosotros, como hablaba a quienes escuchaban a Jesús hace dos mil años. Nos recuerda que nosotros somos el terreno donde el Señor arroja incansablemente la semilla de su Palabra y de su amor. ¿Con qué disposición la acogemos? Y podemos plantearnos la pregunta: ¿cómo es nuestro corazón? ¿A qué terreno se parece; a un camino, a un pedregal, a una zarza? Depende de nosotros convertirnos en terreno bueno sin espinas ni piedras, sino trabajado y cultivado con cuidado, a fin de que pueda dar buenos frutos para nosotros y para nuestros hermanos. Y nos hará bien no olvidar que también nosotros somos sembradores. Dios siembra semilla buena, y también aquí podemos plantearnos la pregunta: ¿qué tipo de semilla sale de nuestro corazón y de nuestra boca? Nuestras palabras pueden hacer mucho bien y también mucho mal; pueden curar y pueden herir; pueden alentar y pueden deprimir. Recordadlo: lo que cuenta no es lo que entra, sino lo que sale de la boca y del corazón. Que la Virgen nos enseñe, con su ejemplo, a acoger la Palabra, custodiarla y hacerla fructificar en nosotros y en los demás.




PALABRA:
Salió Jesús de casa y se sentó junto al lago.Y acudió a él tanta gente
que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga».


ORACIÓN:
Jeremías 1,1.4-10; Salmo 70,1-6.15.17 • MATEO 13,1
SEÑOR, tu palabra es la semilla que tú, el mejor sembrador, siembras en el campo de mi vida, con infinita misericordia. Quiero dejarme labrar, limpiar de malas hierbas, regar, para acoger con toda la fuerza de mi alma limpia esa semilla de vida eterna, que germina y da frutos de fe. (Sigue tu oración personal).

 El resto cayó en tierra buena y dio fruto.






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