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miércoles, 3 de agosto de 2016

PALABRA Y VIDA DEL MIÉRCOLES 03/08/2016






Tiempo Ordinario/18° 
Salterio 2° Semana. Tomo IV
Miércoles 03 Agosto






Santos Martín er, Eufronio ob, Pedro ob

Papa Francisco: La petición de la mujer cananea es el grito de toda persona que busca amor, acogida y amistad con Cristo. Es el grito de tantas personas en nuestras ciudades anónimas, de muchos de nuestros contemporáneos y de todos los mártires que aún hoy sufren persecución y muerte en el nombre de Jesús: «Señor, socórreme». Este mismo grito surge a menudo en nuestros corazones: «Señor, socórreme». No respondamos como aquellos que rechazan a las personas que piden, como si atender a los necesitados estuviese reñido con estar cerca del Señor. No, tenemos que ser como Cristo, que responde siempre a quien le pide ayuda con amor, misericordia y compasión.



PALABRA:
Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene
un demonio muy malo». Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando». Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel». Ella los alcanzó y se postró ante él y le pidió: «Señor, socórreme». Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos». Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos»Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe; que se cumpla lo que deseas». En aquel momento quedó curada su hija.

ORACIÓN:
Jeremías 31,1-7; Salmo:Jeremías 31,10-13 • MATEO 15,21-28
SEÑOR, sometiste a una dura prueba de fe y de humildad a la pobre cananea, pero viste que el amor de madre no tiene límites cuando se trata de buscar el bien de sus hijos. Es lo que hace con nosotros María, nuestra Madre, y la Iglesia, también Madre nuestra. Si al principio parecía tu actitud de rechazo, sólo era en apariencia. Tu obra y tu palabra son, como siempre, expresión de tu Misericordia y tu ternura con los necesitados: la curación de la hija y esa alabanza, que bien querría para mí: Mujer, qué grande es tu fe. (Sigue tu oración personal)








PALABRA Y VIDA DEL MARTES 02/08/2016






Tiempo Ordinario/18° Salterio 2° Semana. Tomo IV
Martes 02 Agosto








Santos Eusebio oh, Pedroj.Eymard ph
Pedro de Osma oh, Beata Juana de Aza mf
Ntra.Sra. de los Angeles    
  
Papa Francisco: [Animo, soy yo, no tengáis miedo]. ¿Cómo se encuentra el reino de Dios? Cada uno de nosotros tiene un itinerario especial, cada uno de nosotros tiene su camino en la vida.

Para alguno el encuentro con Jesús es algo esperado, deseado, buscado por largo tiempo, como nos lo muestra la parábola del comerciante que da vueltas por el mundo para encontrar algo de valor. Para otros ocurre de forma imprevista, casi por casualidad. Esto nos recuerda que Dios se deja encontrar de una manera o de otra, porque es Él el primero que desea encontrarnos y el primero que busca encontrarnos: vino para ser el «Dios con nosotros». Y Jesús está entre nosotros, Él está aquí hoy. Lo dijo Él: Cuando os reunís en mi nombre, yo estoy entre vosotros. El Señor está aquí, está con nosotros, está en medio de nosotros.





PALABRA:
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él  despedía a la gente.Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: iiQué poca fe! ¿Por qué has dudado?». En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios». Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.



ORACIÓN:
Jeremías 30,1-2.12-15.18-22; Salmo 101,16-23.29 • MATEO 14,22-36
SEÑOR, me veo reflejado en Pedro:cuando me fío de ti puedo caminar sobre las aguas de la muerte, del sufrimiento, de la enfermedad. Pero cuando me apoyo en mis propias fuerzas, y dejo de mirarte, me hundo ante la más mínima prueba. ¡Contigo, al fin del mundo! (Sigue tu oración personal).






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