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martes, 18 de agosto de 2015

PALABRA Y VIDA: MARTES 18/08/2015







Martes 18
Elena; Alberto
Hurtado Cruchaga;
Bta. Sancha
Szymkowiak


XX del TO.
4° del salterio
Jue 6,11-24a /Sal
84 / Mt 19,23-30

                                Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el Reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios». Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo». Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?». Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros».


No cerrar las entrañas a las necesidades
Jesús pone el dedo en la llaga con claridad y con dureza. Los exégetas van desgranando diversas interpretaciones de la metáfora del «camello y del ojo de la aguja»: que si cuando habla del camello, Jesús se refiere a un cable de barco; que si cuando habla de la aguja se está refiriendo a una puerta estrecha que había en Jerusalén. Lo importante es que descubramos el mensaje de este texto: el que retiene bienes y consume de sobra, mientras al mismo tiempo millones de personas mueren de hambre, no puede entrar en el proyecto de Jesús. El problema no es tener sino saber compartir. La tragedia está en cerrar las entrañas a las necesidades. La situación de la humanidad sigue golpeando nuestras conciencias.

Señor, da pan a los que tienen hambre y hambre a los que tienen pan. Hambre de Señor, manantial de vida; hambre de socorrer a nuestros hermanos, los millones de
personas que mueren materialmente porque no tienen nada que llevarse a la boca. Y no podemos cerrarles nuestro corazón ni nuestras posesiones.






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