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lunes, 6 de junio de 2016

PALABRA Y VIDA DEL LUNES 06/06/2016






Tiempo Ordinario/10° salterio 2ª Semana. Tomo III
Lunes 06 Junio








Santos NORBERTO ob, Bonifacia Rodríguez vg,
Rafael Guízar ob, Marcelino Champagnat pb,

Artemio y Paulina mrs


Papa Francisco: ¿Por qué hay personas que tienen el corazón cerrado a la salvación? Tenemos necesidad de la salvación, pero al mismo tiempo tenemos miedo, porque cuando el Señor viene para salvarnos debemos darlo todo, y en ese momento manda Él; y de esto tenemos miedo. Los hombres quieren mandar, quieren ser los dueños de ellos mismos. Y así la salvación no llega, la consolación del Espíritu no llega. Sólo la salvación que llega con la consolación del Espíritu nos hace libres: es la libertad que nace del Espíritu Santo que nos salva, nos consuela, nos da vida. Pero para comprender plenamente las Bienaventuranzas y lo que significa «ser pobres, ser mansos, ser misericordiosos» —cosas que no parece que nos conduzcan al éxito— es necesario custodiar el corazón abierto y haber gustado bien la consolación del Espíritu Santo que es salvación. La consolación es la presencia de Dios en nuestro corazón. Pero para que el Señor esté en nuestro corazón es necesario abrir la puerta.








PALABRA:
Al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: Bienaventurados los pobres  en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 
Bienaventurados los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. 
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios. 
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.


ORACIÓN:
2Corintios 1,1-7; Salmo 33,2-9 • MATEO 5,1-12
SEÑOR, quien lea las bienaventuranzas por primera vez, seguramente quedará desconcertado, especialmente si subraya la primera parte de cada una: Bienaventurados los pobres, los sufridos, los que lloran, los sedientos de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos, insultados, calumniados... Vamos, todos los que huirían de todo eso. Y sin embargo es tu vivo retrato y donde quieres que nos miremos los que te tenemos por nuestro Maestro y Señor. ¡Tan antagónicos son tus criterios y los del mundo! Yo quiero ser bienaventurado: en la tierra, con persecuciones; y en el cielo, como tú lo tengas preparado. Aun cuando hay expresiones que chirrían a los oídos humanos, yo sé que tú tienes palabras de vida eterna, sabiduría suprema y eres rico en Amor y Misericordia. (Sigue tu oración personal).









PALABRA Y VIDA DEL DOMINGO 05/06/2016




Tiempo Ordinario/10° Salterio 2' Semana. Tomo III
DOMINGO 5 JUNIO





Santos BONIFACIO ob mr, Doroteo ob mr, Franco er,
Sancho mr




Papa Francisco: Jesús, con sus discípulos, está llegando a Naín, un poblado de Galilea, justo en el momento que tiene lugar un funeral: llevan a sepultar a un joven, hijo único de una mujer viuda. La mirada de Jesús se fija inmediatamente en la madre que llora. Dice el evangelista Lucas: «Al verla el Señor, se compadeció de ella» (v. 13). Esta «compasión» es el amor de Dios por el hombre, es la misericordia, es decir, la actitud de Dios en contacto con la miseria humana, con nuestra indigencia, nuestro sufrimiento, nuestra angustia. El término bíblico «compasión» remite a las entrañas maternas: la madre, en efecto, experimenta una reacción que le es propia ante el dolor de los hijos. Así nos ama Dios. Y ¿cuál es el fruto de este amor, de esta misericordia? ¡Es la vida! Jesús dijo a la viuda de Naín: «No llores», y luego llamó al muchacho muerto y le despertó como de un sueño (cf. w. 13-15). Pensemos esto, es hermoso: la misericordia de Dios da vida al hombre, le resucita de la muerte. El Señor nos mira siempre con misericordia; no lo olvidemos, nos espera con misericordia. No tengamos miedo de acercarnos a Él.




PALABRA:
• 1Reyes 17,17-24: Cayó enfermo el hijo de la señora de la casa. La enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración. Entonces  la mujer dijo a Elías: «¿Qué tienes tú que ver conmigo? ¿Has ve-
nido a mi casa para avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?». Elías respondió: «Dame a tu hijo».Y, tomándolo de su regazo, lo subió a la habitación donde él dormía y lo acostó en su cama. Luego invocó al Señor: «Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda la vas a castigar, haciendo morir a su hijo?». Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al Señor: «Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración». El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la respiración y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso bajo y se lo entregó a su madre, diciendo: «Mira, tu hijo vive». Entonces la mujer dijo a Elías: «Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad».



Salmo 29,2-6.11-13: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.


Gálatas 1,11-19: Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados. Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que lo anunciara a los gentiles, enseguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco. Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y me quedé quince días con él. Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor.

LUCAS 7,11-17: Iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores». Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo». La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

ORACIÓN:

  • SEÑOR, nadie te pidió nada, pero tus ojos y tu corazón misericordioso siempre están pendientes de las necesidades de los demás. ¿Cómo ibas a mirar para otra parte y pasar de largo viendo el cortejo fúnebre y aquella madre viuda hecha un mar de lágrimas

siendo tú la fuente de la vida? ¿Cómo vas a hacer caso omiso de mi debilidad, que me lleva a la muerte del pecado, cuando sabes que quiero ser tu amigo y busco con mis pobres fuerzas serte fiel? Creo en ti, pero para mi vida espiritual necesito que me des la Vida, que aumentes mi fe. (Sigue tu oración personal).






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