Tiempo Ordinario/7°Salterio 3° Semana. Tomo III
Martes 17 Mayo
Sant PASCUAL BAILÓN rl,
Víctor mr, Heraclio y Pablo mrs
Papa Francisco: También a nosotros el Señor parece preguntarnos: «¿De qué discutíais por el camino?» (Mc 9,33). Cuando Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos, ellos permanecieron en silencio porque sentían vergüenza, habiendo discutido entre sí quién era el mayor. También nosotros nos sentimos confundidos por la distancia que existe entre la llamada del Señor y nuestra pobre respuesta. Ante su mirada misericordiosa no podemos fingir que nuestra división no es un escándalo, un obstáculo para el anuncio del evangelio de la salvación al mundo. Nuestra vista está ofuscada a menudo por el peso causado por la historia de nuestras divisiones, y nuestra voluntad no siempre está libre de la ambición humana que a veces acompaña incluso a nuestro deseo de anunciar el Evangelio según el mandamiento del Señor.
PALABRA:
Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado
en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
ORACIÓN:
Santiago 4,1-10; Salmo 54,7-11.23 • MARCOS 9,30-37
SEÑOR, tu palabra de hoy me llega con fuerza y claridad: es urgente que me haga, sin lu ambiciones ni rivalidades, como un niño que se fía plenamente de ti, para comenzar ORACIÓN a entender el abecé de tu Evangelio. Tú viniste a servir, nos serviste y sigues sirviéndonos por amor. ¿Y yo quiero ser el primero, el señor a quien otros sirven, el importante? ¡Qué necedad! Confío en tu Misericordia por siempre jamás. (Sigue tu oración personal).