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martes, 21 de julio de 2015

LA PROTECCIÓN DE DATOS





LA PROTECCIÓN DE DATOS UNA LUCHA QUE NOS CONCIERNE A TODOS
¿Ha descifrado alguna vez un anagrama? ¿Ha hecho compras o accedido a sus datos bancarios por Internet? En tal caso, ha entrado en el mundo de los códigos y las claves, de la codificación y la descodificación.
HASTA hace poco, los códigos secretos solían ser característicos de gobiernos, embajadores, espías y mi-
litares, pero ya no es así. Con la llegada de las computadoras y de Internet es posible mantener confidencial la información importante recurriendo a diversos medios, como las contraseñas, que se autentican cada vez que un usuario accede a sus datos. La confidencialidad nunca había desempeñado un papel tan relevante en la vida cotidiana como en nuestros tiempos.

Por lo tanto, es lógico que uno se pregunte: "¿Hasta qué grado están seguros mis datos? ¿Puedo protegerlos mejor?". Antes de responder dichas preguntas, conozcamos un poco más de la interminable lucha entre quienes crean códigos y quienes los descifran, una lucha casi tan antigua como la escritura misma.
Mensajes ocultos
Desde hace mucho tiempo se utiliza la esteganografía, o "escritura oculta". El objetivo de dicha técnica es encubrir la existencia de los mensajes. Heródoto, historiador de la antigüedad, relató que un exiliado griego se enteró de que Persia planeaba atacar su país. A fin de advertir a sus compatriotas, el hombre escribió mensajes sobre unas tablillas de madera que luego cubrió con cera para ocultar el texto, un truco que también emplearon los romanos. Según cuenta Heródoto, esta sencilla estrategia privó al rey persa Jerjes del elemento sorpresa, y su ejército fue derrotado.
Entre las formas de esteganografia más comunes en la actualidad figuran los microfilmes (micropuntos) y las marcas de agua digitales para la protección de los derechos de autor. Durante la segunda guerra mundial se utilizaba un microfilme que en realidad era una fotografía reducida al tamaño de un punto. El receptor simplemente tenía que ampliarla. Hoy quienes trafican con pornografía emplean un método parecido. Valiéndose de programas informáticos, esconden imágenes en fotografías digitales o archivos de texto o de audio aparentemente inofensivos.
Dado que la esteganografía oculta la existencia del mensaje, la atención no se centra ni en el portador ni en el receptor. Ahora bien, a menos que el mensaje también haya sido codificado, alguien puede leerlo si lo descubre.



Significados ocultos
La criptografía (escritura codificada) es la ciencia de mantener la confidencialidad en las comunicaciones por medio de ocultar el significado de un mensaje, y no su existencia. El proceso implica codificar y descodificar datos basándose en un sistema de reglas predefinido. Así, solo quienes poseen la clave pueden descifrar el mensaje.
Los antiguos espartanos codificaban mensajes empleando la escitala, un dispositivo manual. Para empezar, enrollaban ajustadamente y en forma de espiral una tira de piel, o pergamino, en un bastón. Entonces escribían un mensaje a lo largo de la tira. Cuando esta se desenrollaba, parecía una sucesión de letras sin sentido. Pero una vez que el receptor del mensaje la enrollaba en otro bastón de diámetro idéntico al original, podía averiguar lo que decía. A veces, el mensajero recurría también a la esteganografía. ¿De qué manera? Se ponía la tira como cinturón, y al colocar hacia el interior el lado que contenía la escritura, esta se mantenía oculta.
Se cuenta que Julio César camuflaba sus mensajes de guerra mediante un cifrado de sustitución simple: cambiaba cada letra por otra situada, por ejemplo, tres posiciones más adelante en el alfabeto. De ese modo, la a se convertía en d, la b en e, y así sucesivamente.
El Renacimiento europeo favoreció el desarrollo de métodos criptográficos más sofis ticados. Entre quienes contribuyeron a perfeccionarlos estuvo Blaise de Vigenére, un diplomático francés nacido en 1523. Él propuso que se utilizara un cifrado ya existente que implicaba intercambiar múltiples combinaciones alfabéticas durante la codificación. A dicha técnica, considerada infalible, se la llamó "el cifrado indescifrable" (le chiffre indéchiffrable). Con todo, la codificación y la descodificación fueron avanzando a la par.*
Por ejemplo, cuando los eruditos islámicos analizaron el Corán, escrito en árabe, notaron que ciertas letras aparecían con más frecuencia que otras, algo común en diversos idiomas. Gracias a esta observación se creó una importante herramienta criptográfica llamada análisis de frecuencias. Esta técnica consiste en contar el número de veces que aparece cada letra en un texto cifrado a fin de revelar la identidad de ciertas letras y grupos de letras.
Para el siglo xv, la criptografía se había convertido en un recurso habitual entre los diplomáticos europeos. Sin embargo, no era infalible. Por ejemplo, el francés Francois Viéte consiguió descifrar los códigos de la corte española. Y lo hizo tan bien que el rey Felipe II, desalentado, aseguró que Viéte había hecho un pacto con el Diablo y que debía ser juzgado en un tribunal eclesiástico católico.






La tecnología entra en la lucha
En el siglo xx, sobre todo durante las dos guerras mundiales, la criptografía alcanzó nuevos niveles de sofisticación con el uso de instrumentos más complejos, como la máquina alemana Enigma, muy parecida a una máquina de escribir. Cuando el operador tecleaba el texto, una serie de rotores conectados mediante cables eléctricos encriptaba el mensaje. Después, este se enviaba por código morse y se descifraba mediante otra máquina Enigma. No obstante, los errores y descuidos cometidos por operadores agotados tras muchas horas de trabajo facilitaron pistas esenciales a quienes se dedicaban a descifrar los códigos y mensajes.
Vivimos en una sociedad digital en la que actividades bancarias, transferencias y pagos, así como bases de datos médicos, empresariales y gubernamentales cuentan con la protección de códigos complejos. A su vez, el texto codificado solo se puede leer si se tiene la clave necesaria para restaurar los datos a su forma original.
Mientras que una típica llave de metal tiene una serie de dientes, una clave digital está constituida por una sucesión de números —ceros y unos— combinados de diversas formas. Las claves más largas poseen más combinaciones, o permutaciones, y por lo tanto son más difíciles de descifrar. Por ejemplo, una clave de ocho dígitos tiene 256 posibles combinaciones, mientras que una de 56 dígitos cuenta con más de 72.000 billones. Para navegar por páginas codificadas de Internet, en la actualidad se requieren claves de 128 dígitos, con 4.700 trillones de permutaciones más que las claves de 56 dígitos.*
Aun así, hay fallas de seguridad. Por poner un caso, en el año 2008 se produjo el robo de identidad que se considera el más importante hasta la fecha. Fiscales federales de Estados Unidos se lo imputaron a un grupo de once hombres. Estos supuestamente se valieron de computadoras portátiles, tecnología inalámbrica y programas informáticos especiales a fin de obtener los números de tarjetas de crédito y débito utilizadas para pagar en cajas registradoras.
¿Están seguros nuestros datos confidenciales?
Es un hecho que los códigos que protegen nuestras cuentas bancarias y transacciones por Internet son extremadamente difíciles de descifrar. No obstante, mucho depende de nosotros también. La Biblia dice: "Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena" (Proverbios 22:3). Así que seamos sagaces y ocultémonos, por así decirlo, del fraude y el robo siguiendo al menos las siguientes sugerencias:
Instalar en la computadora un programa antivirus.
Emplear un spyware (detector de programas espías).
Instalar un firewall (barrera de control de accesos).
Mantener al día todo lo anterior y realizar actualizaciones de seguridad para las aplicaciones y el sistema operativo utilizados.
Tener cuidado con enlaces o documentos adjuntos al correo electrónico o a la mensajería instantánea, sobre todo si se trata de correo no solicitado que pide información personal o verificación de contraseñas.
Utilizar conexiones seguras para el envío de datos confidenciales (como los incluidos en las tarjetas de crédito) y cerrar la página al terminar de enviarlos.*
Elegir contraseñas difíciles de averiguar y protegerlas.
No copiar ni ejecutar programas de procedencia desconocida.
Hacer regularmente copias de seguridad de los archivos y guardarlas en un lugar seguro.
Si uno toma estas precauciones básicas y otras que sean recomendables ahora o en el futuro, tendrá más oportunidades de ganar su propia lucha por proteger los datos confidenciales.
* Una página de Internet es segura cuando en el buscador aparece un icono en forma de candado, o cuando la dirección se ve precedida por "https://". La s final confirma la seguridad de una página.











* Técnicamente, un cifrado no es lo mismo que un código. Mientras que para cifrar un mensaje se sustituye cada letra por otra letra o por un número, para codificarlo se sustituyen palabras o frases por otras palabras o frases, o por números. Sin embargo, ambas técnicas pudieran presentar características similares.


PALABRA Y VIDA: MARTES 21/07/2015

                                          martes 21










S.Lorenzo de
Brindis,m.l
Arbogastro; Daniel;
Víctor de Marsella;
Práxedes 

XVI del TO.
4° del salterio
Éx 14,21-15,1 / 
Sal Éx 15,8-17 / Mt 
12,46-50 



                                       mateo 12,46-50

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo». Pero él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre».


Las relaciones de parentesco
Jesús se marcha de su casa para predicar la Buena Noticia de la salvación, para anunciar el reino de los cielos. Pero eso no quiere decir que abandone a su familia y, menos aún, que la desprecie. Lo que Jesús nos deja claro es que las relaciones de parentesco no son las más fuertes, ni tienen que ser las más determinantes para una persona. Por encima de la familia estará siempre la vocación a la que Dios nos llama, los caminos que desea que recorramos en la realización del proyecto de nuestra vida. Habrá un momento en que tengamos que dejar padre, madre, vínculos familiares, porque Dios nos llama a emprender nuevos caminos.



Señor, haz que tenga mis oídos abiertos para escuchar tu voz, para saber bien lo que quieres de mí, lo que me propones, lo que deseas como proyecto principal de mi existencia. Si he de dejar mi familia, la dejaré. Porque habrá una familia nueva que me acoja y me proteja siempre. 



















¿Vale la pena pagar el precio de presumir?










¿Vale la pena pagar el precio de presumir?

"Vestir unos vaqueros o cualquier otra prenda de marca puede hacer que una persona insegura pase del extremo de sentir que no vale nada al extremo de pensar: 'Yo soy alguien, y si no me crees, mira la etiqueta de mis pantalones'." (Chaytor D. Mason, psicólogo)

A FIN de obtener la admiración de los demás,
algunos presumen de su ropa de marca o de cualquier otra cosa que esté de moda. Un artículo del periódico argentino La Nación dice que en un país asiático "existe la necesidad de ostentar la riqueza acumulada. Automóviles, joyas, colegios en el exterior y hasta ropa de diseñador para mascotas, todo lo que pueda dar estatus es consumido copiosamente".
Claro está, no hay nada de malo en disfrutar lo que uno se ha ganado con el sudor de su frente. La Biblia misma afirma: "Que todo hombre coma y realmente beba y vea el bien por todo su duro trabajo. Es el don de Dios" (Eclesiastés 3:13). Pero ¿es prudente ser ostentoso, presumir de lo que uno posee? ¿Qué dice la Biblia?





"Al rico le llueven las amistades"
Cuando una persona que tiene dinero —o fmge tenerlo— presume de sus posesiones, ¿a qué clase de amigos atrae? El siguiente proverbio bíblico, que pinta un cuadro muy acertado de la naturaleza humana, nos da una pista: "El pobre no tiene de amigo ni al vecino, pero al rico le llueven las amistades" (Proverbios 14:20, La Palabra de Dios para Todos).
Fíjese en lo que esto implica: "las amistades" que le llueven al rico en realidad no son amigos suyos, sino de su dinero. Son "amigos" solo por conveniencia, y sus halagos son falsos. La Biblia da a entender que las adulaciones son "una apa riencia fmgida", es decir, una máscara que esconde un espíritu codicioso (1 Tesalonicenses 2:5).
Así que es bueno preguntarse: "¿Qué tipo de amistades prefiero? ¿Amigos que me quieran por lo que tengo, o amigos que me quieran por lo que soy?". La Biblia indica que nuestra conducta influye en la clase de amigos que atraemos.
"La sabiduría está con los modestos"
Presumir de las cosas que uno posee crea otro problema, como lo demuestra el relato bíblico de Ezequías, un rey que vivió en la antigua ciudad de Jerusalén. En una ocasión mostró a ciertos dignatarios babilonios "todo cuanto se hallaba en sus tesoros". Es muy probable que su inmensa riqueza impresionara a los visitantes. Pero puede que también haya despertado su codicia. Una vez que partieron, un profeta de Dios llamado Isaías le dijo con valor al rey: "Todo lo que hay en tu propia casa [...] será llevado a Babilonia. No quedará nada". Y eso es justo lo que pasó años más tarde. Los babilonios regresaron y saquearon las riquezas que habían pertenecido a la familia de Ezequías (2 Reyes 20:12-17; 24:12, 13).
Hoy sucede algo parecido; muchos que exhiben sus posesiones se arriesgan a perderlas, al menos en parte. Un informe sobre la delincuencia y la seguridad en México declara: "Las muestras ostentosas de riqueza son un imán para los ladrones en la ciudad de México. El que lleva joyas o relojes caros, o usa grandes cantidades de dinero en efectivo se convierte en un blanco apetitoso". Es mucho mejor seguir el consejo bíblico de no andar presumiendo de lo que uno posee (Jeremías 9:23). Como asegura Proverbios 11:2: "La sabiduría está con los modestos".
Fíjese en las buenas cualidades de los demás
Quien es modesto y humilde no busca ser el centro de atención ni acaparar las miradas; más bien se concentra en las cualidades y virtudes de los demás. Filipenses 2:3 dice: "No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes" (Nueva Traducción Viviente). Y Gálatas 5:26 aconseja: "No nos hagamos egotistas [vanidosos, Reina-Valera Actualizada], promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros".
Del mismo modo, quien posee la sabiduría de la Biblia sabe que la generosidad y el respeto mutuo son los pilares de la amistad verdadera y que dicha amistad no se rompe aunque se esfumen las riquezas. Todo lo contrario, se va robusteciendo con los años; en Proverbios 17:17 se afirma: "Un compañero verdadero ama en todo tiempo". Además, la persona sabia, que trata de agradar a Dios, sabe que a él no le impresionan las apariencias, sino que mira a "la persona secreta del corazón", lo que uno es por dentro (1 Pedro 3:4). Debido a eso, se esfuerza por cultivar las atrayentes cualidades que conforman lo que la Biblia llama
"la nueva personalidad" (Efesios 4:24). En Miqueas 6:8 se mencionan algunas de estas cualidades: "¿Y qué es lo que Dios está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?".





A los estudiantes de la Biblia no les sorprende que la sociedad actual no fomente la modestia. ¿Por qué? Porque la Biblia predijo que en "los últimos días", los hombres serían "amantes del dinero, orgullosos, soberbios" y "engreídos" ( 2 Ti-moteo 3:1-5, Hermanos Menores Capuchinos). En un ambiente así, el que disfruta exhibiendo sus posesiones se siente como pez en el agua. Sin embargo, Dios pide al que le sirve: "Apártate de ellos". Obviamente, no desea que nos contagiemos.
¿SE LO HA PREGUNTADO?
¿Qué tipo de personalidad agrada a Dios? (Miqueas 6:8.)
¿Por qué deberíamos fijarnos en las cualidades y virtudes de los demás? (Filipenses 2:3.)
¿Por qué no debería sorprendernos que muchos presuman de lo que tienen?
(2 Timoteo 3:1-5.)
¿Prefiere amigos que lo quieran por lo que tiene, o amigos que lo quieran por lo que es?






















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