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sábado, 10 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: SÁBADO 10/10/2015



sábado 10
Sto. Tomás de
Villanueva, m.l.
Paulino de York;
Casio y Florencio;
Daniel Comboni;
Bta. Catalina
Irigoyen



XXVII del T.O.
3° del salterio
114,12-21 /5a196/
Lc 11,27-28


                           Lucas 11,27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él repuso: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».


La alabanza se convierte en reto
Cristo acepta la alabanza y la convierte en reto. Así deberá ocurrir con frecuencia en nuestras vidas: no quedarnos en las cualidades, sino utilizarlas para nuestra realización personal; no admirar solamente, sino imitar fielmente; no poner el encanto en la sonoridad de las palabras, sino en la eficacia de las obras. Cristo nos pide que pasemos de los afectos a los hechos; que vayamos a lo esencial: realizar el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros. Ahí está la clave: cumplir lo que Dios nos pide, lo que Dios quiere. Por eso, Cristo convierte la alabanza recibida en un reto que nos obliga a transformar la admiración y la contemplación en frutos palpables. Porque «siempre es fácil la piedad sensible, pero rehuimos la piedad sacrificada».


Señor, haznos dóciles a tu palabra y fieles a nuestra tarea; cumplidores de nuestro deber de cada jornada. Admirar puede resultar fácil y halagador, pero Tú no has venido al mundo solo para que te admiremos, sino para que te imitemos con todas nuestras fuerzas, para que te amemos con todo el corazón.





PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL VIERNES 09/10/2015


viernes
S. Juan Leonardi / 
S. Dionisio, mi. 
Luis Bertrán; Héctor; 
Abrahán, Sara y
Lot; Inocencio de la 
Inmaculada y comp.





XXVII del T.O.
3° del salterio
111,13-15; 2,1-2 / 
Sa19 / Lc 11,15-26



                                  Lucas 11,15-26

En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron: «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí". Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio».

La batalla de las críticas
Tendremos que librar cada día, en nuestra vida cristiana, la batalla de las críticas, de los diversos pareceres, de las opiniones convertidas en juicios de lo que hacemos, Jesús es criticado por echar un demonio, una acción de bien. No importa. Los que ejercen la crítica nunca se detienen: enjuician nuestras obras, se adentran en nuestras intenciones, calibran nuestro proceder. Cristo responde serenamente, con argumentos sólidos. Así nosotros, hemos de tener la razón a punto en nuestros labios y la cordura en nuestras palabras. La crítica no será contestada sino iluminada. De esta forma, todos seguiremos caminando.






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