viernes 2
Stos. Ángeles
Custodios, m.o.
Saturio; Eleuterio;
Olegario
XXVI del T.O.
2° del salterio
Bar 1,15-22 /Sal 78
/ Lc 10,13-16 (o bien:
Éx 23,20-23a /Sal
90 / Mt 18,1-5.10)
Lucas 10,13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús: «¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».
El ángel que custodia nuestra vida
El evangelio nos ofrece las palabras de Jesús identificándose con sus discípulos: «quien a vosotros os escucha, a Mí me escucha». La liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de los santos Ángeles custodios, de los que nos hablan los santos Padres. Son los ángeles que cada uno llevamos a nuestro lado desde el día de nuestro nacimiento: «Cada uno de los fieles tiene a su lado un ángel como educador y pastor que le dirige su vida», nos dirá san Ambrosio. ¡Qué buena falta nos hace un ángel a nuestro lado! Y no solo para que nos preserve de los peligros, sino para que nos aliente en nuestro caminar, para que nos infunda esa ilusión, esa paz, esa alegría que todos necesitamos para seguir caminando. En muchas ocasiones, habremos notado su presencia.
Señor, haz que sintamos en nuestras vidas la presencia de ese ángel custodio que nos ofreces en nuestra vida. Que sepamos gozar de su presencia, escuchar sus consejos y hacerle caso en las sugerencias invisibles que transmite a nuestro corazón.
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