Jueves 1
Sta. Teresa del
Niño Jesús, m.o.
Remigio; Benito;
Julia; Montana;
Verísimo
2° del salterio
Neh 8,1-4a.5-
6.76-12 /Sal 18 / Lc
10,1-12
Lucas 10,1-12
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios". Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, ;salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos ;sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios". Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo».
Imaginemos primero su ilusión tras la llamada del Maestro. Imaginemos su disposición interior, su emoción a la hora de ponerse en camino. No han realizado grandes cursos de formación, ni tampoco llevan su equipaje estudiadas programaciones. Pero eso sí: el amor de Jesús se ha ido derramando en sus corazones, un amor dispuesto a la entrega generosa. Y será ese amor el argumento central de su predicación. Un amor que se hace palabra cercana, curación eficaz, paz auténtica en relaciones abiertas a una fraternidad que hará del mundo un nuevo escenario para el trabajo y la convivencia.
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