Domingo XXVI del Tiempo Ordinario
domingo 27
Vicente de Paúl;
Florentino; Hilado;
Leoncio; Marcos;
Terencio
2° del salterio
Núm 11,25-29/Sal
18 / Sant 5,1-6 /Mc
9,38-43.45.47-48
Números 11,25-29
En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, apartando algo del Espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el Espíritu, se pusieron a profetizar enseguida. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el Espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento». Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: «Señor mío, Moisés, prohíbeselo». Moisés le respondió: «¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor!».
Salmo 18
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
Santiago 5,1-6
Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.
Marcos 9,38-43.45.47-48
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros». Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».
El cristiano no es alguien que cierra puertas
Jesús no quiere como discípulos a gente que cierra puertas, a intolerantes, a intransigentes que, además, se consideran privilegiados. Y menos, a gente excluyente, que elimina, que deja fuera, que expulsa de su lado a otras personas. Todo el que hace el bien, todo el que libera a otras personas de sufrimientos, opresiones y fuerza de muerte, esté en el grupo que esté, tenga las creencias que tenga, merece nuestro respeto, nuestra aceptación. Asimismo, Jesús se muestra muy duro con los que dañan, con los que causan mal a los débiles, a los indefensos. Con todos los que «escandalizan», como causantes de que otros se internen en los campos de la maldad.
Señor,que seamos siempre sembradores de bien, constructores de paz, compartiendo los mejores paisajes y las mejores actitudes. Que no < dañemos > ni seamos causantes de que otros <dañen>. Que no abramos a nadie las sendas del mal, que no <escandalicemos> a tantos débiles como esperan de nosotros horizontes de bien
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