Tiempo Ordinario/31° Salterio 3° Semana. Tomo IV
Martes 01 Noviembre
TODOS LOS SANTOS
Papa Francisco: La fiesta de Todos los santos que celebramos hoy nos recuerda que la meta de nuestra existencia no es la muerte, ¡es el Paraíso! Los santos, los amigos de Dios, nos aseguran que esta promesa no defrauda. En su existencia terrena, en efecto, vivieron en comunión profunda con Dios. Vieron el rostro de Dios en el rostro de los hermanos más pequeños y despreciados, y ahora le contemplan cara a cara en su belleza gloriosa. Los santos no son superhombres, ni nacieron perfectos. Son como nosotros, personas que antes de alcanzar la gloria del cielo vivieron una vida normal, con alegría y dolores, fatigas y esperanzas. Pero, ¿qué es lo que cambió su vida? Cuando conocieron el amor de Dios, lo siguieron con todo el corazón, sin condiciones e hipocresías; gastaron su vida al servicio de los demás, soportaron sufrimientos y adversidades sin odiar y respondiendo al mal con el bien, difundiendo alegría y paz.
PALABRA:
Al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
ORACIÓN:
Apocalipsis 7,2-4.9-14; Salmo 23,1-6;1Juan 3,1-3•MATEO 5,1-12a
SEÑOR, rico en Misericordia, los santos vienen hoy a testimoniar la verdad de las bienaventuranzas: fueron dichosos en la tierra, en medio de sufrimientos; y son plenamente felices en el cielo. ¡Tú me llamas a ser santo! ¡Que un día me cuente entre ellos: que comparta con ellos la gloria, ya que en esta vida comparto la fe! (Sigue tu oración personal).
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