Tiempo Ordinario/8° Salterio 4° Semana. Tomo III
Viernes 27 Mayo
Santos Agustín de Canterbury ob,
Bruno oh, Bárbara Kim y Bárbara Yi mrs
PALABRA: Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, derecho hasta el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce. Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre.Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «Nunca jamás coma nadie de ti». Los discípulos lo oyeron. Llegaron a JerusaIén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas.Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.Y los instruía diciendo: «¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos"?Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos». Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: «Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado». Jesús contestó: «Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte:"Quítate de ahí y tírate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas».
ORACIÓN:
1Pedro 4,7-13; Salmo 95,10-13 • MARCOS 11,11-26
SEÑOR, si tu casa es casa de oración, mi persona -templo de Dios- es sagrada y no puedo dedicarla a lo que me aparta de ti. Tú quieres que dé fruto, de lo contrario podría ocurrirme como a la higuera. ¡Ten misericordia de mí! La fe me une a ti y pone mi vida a tu servicio y al servicio y reconciliación de los hermanos, con la confianza plena de que jamás me dejarás de tu mano. (Sigue tu oración personal).
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