Martes 03 Mayo
Santos FELIPE y SANTIAGO aps,
Timoteo y Maura mrs, Juvenal ob
Papa Francisco: [El que cree en mí. . .1. El Señor es como la flor del almendro, que es el primero en florecer en primavera. ¡El Señor nos espera! Es el primero que florece en primavera. Pensemos en el encuentro con Jesús de los primeros discípulos, Andrés y Juan. Cuando el Bautista dijo: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Y ellos siguieron a Jesús, permanecieron con Él toda la tarde. Luego, al salir, al volver a casa, decían: «Hemos escuchado a un rabino»... ¡No! «¡Hemos encontrado al Mesías!». Estaban entusiasmados. Algunos reían... No lo creían. Pero ellos lo habían encontrado. Ese encuentro transforma; de ese encuentro viene todo. Este es el camino de la santidad cristiana: cada día buscar a Jesús para encontrarlo y cada día dejarse buscar por Jesús y dejarse encontrar por Jesús.
PALABRA:
Dijo Jesús a Tomás: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
ORACION:
1Corintios 15,1-8; Salmo 18,2-5 • JUAN 14,6-14
JESUCRISTO: aunque hace tanto tiempo que estás conmigo, aún no te conozco bien. Por eso, hoy me das tus mejores datos de identidad: tú eres mi Camino, por donde llego a la Verdad que me lleva a la Vida y al Padre de la vida. Sólo una cosa quiero pedir en tu nombre al Padre: que nada ni nadie pueda jamás separarme de ti; que, por tu Misericordia, toda mi vida se dirija a ese objetivo que terminará en la visión cara a cara en el cielo, cuando haya pasado por este mundo con obras de misericordia. (Sigue tu oración personal).
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