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domingo, 15 de mayo de 2016

PALABRA Y VIDA DEL DOMINGO DE SAN PENTECOSTES 15/05/2016





PENTECOSTÉS
Tiempo Pascual
Domingo 15 Mayo











Santos ISIDRO LABRADOR es, Juana de Lestonnac rl,
Indalecio, Torcuato y Eufrasio obs mrs


Papa Francisco: "Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros" (in 14,16). El primer Paráclito es el mismo Jesús; el "otro"es el Espíritu Santo. La misión del Espíritu Santo consiste en generar armonía —Él mismo es armonía— y obrar la paz en situaciones diversas y entre individuos diferentes. En segundo lugar, el Espíritu Santo unge. Ha ungido interiormente a Jesús, y unge a los discípulos, para que tengan los mismos sentimientos de Jesús y puedan así asumir en su vida las actitudes que favorecen la paz y la comunión. Con la unción del Espíritu, la santidad de Jesucristo se imprime en nuestra humanidad y nos hace capaces de amar a los hermanos con el mismo amor con que Dios nos ama. Y, finalmente, el Espíritu envía. Jesús es el Enviado, lleno del Espíritu del Padre. Ungidos por el mismo Espíritu, también nosotros somos enviados como mensajeros y testigos de paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de nosotros como mensajeros de paz, como testigos de paz!




VIGILIA
PALABRA:
Génesis 11,1-9: Babel: allí confundió el Señor las lenguas de la tierra.
Éxodo 19,3-8a.16-20b: El Señor bajará al monte, más a la vista del pueblo.
Ezequiel 37,1-4: Huesos secos: os infundiré mi Espíritu y viviréis.
Joel 3,1-5: Sobre mis siervos derramaré mi Espíritu.
Salmo 103,1-2.24-30: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Romanos 8,22-27: El Espíritu intercede con gemidos inefables.
JUAN 7,37-39: El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús en pie gritaba: «El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí que beba» (Como dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva). Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.



Hechos 2,1-8: Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban.Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?».







Salmo 103,1-2.24.34: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.










Romanos 8,8-17: Los que viven en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan
testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.



JUAN 14,15-16.23b-26: Dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardréis mis mandamientos.Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros. El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabra.Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo
que os he dicho».


SEÑOR Y DADOR DE VIDA, ESPÍRITU SANTO:
Ven ami vida, te necesito para tener los mismos sentimientos de Cristo; para que su Palabra sea siempre la norma de mi vida; para que la Paz, que el mundo no puede dar y es uno de tus frutos, inunde mi vida; para que triunfes tú en mí contra el eterno enemigo que intenta engañarme.Te canto con tu Iglesia en esta fiesta: Ven, dulce huésped del alma,/ descanso de nuestro esfuerzo,/ tregua en el duro trabajo,/ brisa en las horas de fuego,/ gozo que enjuga las lágrimas/ y reconforta en los duelos. ¡Ven, Espíritu Santo, ten misericordia de mí! (Sigue tu oración personal).











































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