viernes 1
Sta. María Madre
de Dios, s.
Fulgencio; Guillermo
deVolpiano; Odilón;
Manuel
TL Oficio de la S
Núm 6,22-27
Sal 66 /Gál 4,4-7 /
Lc2,16-21
Lucas 2,16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
María, maestra de contemplación
Se alza el telón del Año Nuevo y nuestra mirada se encuentra con María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, Madre nuestra. Lucas nos presenta el «encuentro» de los pastores «con el Niño», acompañado de María, su Madre, y de José. Todos juntos son como una imagen preciosa de la Iglesia en adoración. Primer fruto del «encuentro» con Cristo: «Todos los que lo oyeron se maravillaban». ¡Qué hermoso suscitar admiración en aquellos a los que anunciamos el Evangelio! Segundo fruto del «encuentro» con Cristo: la alegría. La adoración del Niño llena el corazón de los pastores de entusiasmo para comunicar lo que han visto y oído. María se nos muestra como «Maestra de contemplación»: «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón». Contemplar es descubrir paisajes nuevos para el alma. Comienza el Año Nuevo. No lo olvidemos: «Año nuevo, lucha nueva».
Señor, hoy, Jornada de oración por la Paz, danos siempre tu paz, primero a nuestras conciencias libres, para que sepamos sembrarla a nuestro alrededor e irradiarla al mundo entero. La paz, siempre, como fruto hermoso de la justicia.
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