miércoles 14
San Calixto 1, m.l.
Na Sra. del Martirio;
Bucardo I
XXVIII del TO.
del salterio
Rom 2,1-11 / Sa1 61
/ Lc 11,42-46
Lucas 11,42-46
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas\ y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, liuesois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!». Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros». Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!».
Las denuncias de Jesús
Jesús sabe denunciar y echar en cara los defectos de los fariseos y de los juristas, encargados, en buena parte, de dirigir al pueblo. Y lo hace con claridad, en aras de la verdad. Lo primero que Jesús les echa en cara a los fariseos es el interés minucioso en el cumplimiento de cosas sin importancia, al tiempo que no se fijan en lo más fundamental: la justicia y el amor a Dios. Lo segundo que les echa en cara es su vanidad ingenua, buscando la admiración, el aplauso y las reverencias de la gente. Y lo tercero, la contradicción ética de cargar las conciencias con deberes y exigencias que nosotros no cumplimos. No nos damos cuenta de que nuestras incoherencias sorprenden y desconciertan a las personas de buena voluntad, que se fían de nosotros.
Señor, perdona nuestras incoherencias. ¡Son tantas y sobre tantas cuestiones! Pensamos una cosa, decimos otra y practicamos lo contrario de lo que decimos y pensamos. Así, no conquistamos, no convencemos, ni somos creíbles al anunciar tu evangelio.
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