viernes 11
Felix y Regula; Juan
Gabriel Perboyre;
Bto. Buenaventura
XXIII del T.O.
3° del salterio
1Tim 1,1-2.12-14/
Sal 15/ Lc 6,39-42
Lucas 6,39-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano»
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Las relaciones humanas
Una de las preocupaciones de Jesús se centra en las relaciones humanas: cuántos males se producen si esas relaciones no están guiadas por la bondad y por el amor. Cuando el corazón es bueno, contagia bondad. La maldad de corazón ciega a las personas. Y por eso, Jesús nos dice alto y claro que los dirigentes de la sociedad, de la familia, no pueden estar ciegos sino que han de curar primero su ceguera para indicar los caminos rectos. Jesús desciende, una vez más, al detalle: ¡cuidado con los que se fijan en los defectos del prójimo y no caen en la cuenta ni quieren ver los suyos! Hoy necesitamos dirigentes bien preparados, responsables de su misión, que nos guíen y nos conduzcan por los caminos de la verdad y del bien.
Señor, que yo sepa ver primero mis propios defectos, que tenga la humildad de reconocer mis sombras, antes que denunciar o criticar las pequeñas sombras de mi prójimo.
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