Martes 25
S.luis de francia
/ S. José de
calasanz, m.l.
Ginés de Arles;
Tomás de Hereford
XXI del TO.
1° del salterio
1Tes 2,1-8 /Sal 138
/ Mt 23,23-26
Mateo 23,23-26
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, qúe pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera».
Lo que encierra ese «¡Ay!» de Jesús
Son los lamentos de Jesús, las denuncias de Jesús ante lo que sucede: «¡Ay de vosotros, letrados y fariseos!». Jesús se queja y Jesús denuncia. Denuncia el problema del diezmo, que venía a ser como «un impuesto religioso» y oprimía a la pobre gente trabajadora. Jesús denuncia la exigencia escrupulosa de estos impuestos, mientras se olvidaban las exigencias éticas básicas: el derecho, la misericordia y la sinceridad. Jesús denuncia la hipocresía y la falsedad. Hay que cuidar el contenido de nuestras acciones y no quedarnos en el envoltorio que las oculta.
No hay experiencia de Dios sin lucha por la justicia. Para Dios y los que «conocen» a Dios, la «justicia» va más allá de lo humanamente justo. La justicia actúa por el amor de misericordia solidario con los que sufren la injusticia.
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