Lunes 5.
Lorenzo, f. Paula; Btos. Juan
Martorell y Pedro
Mesonero
Oficio de la f
Xor 9,6-10/
Sa1111 /
In 12,24-26
Juan 12,24-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará».
La fuerza de los testigos
Jesús nos descubre la fuerza del grano de trigo que muere bajo la tierra y nos ofrece después la espiga; la grandeza dellue da su vida en el martirio, del que entrega su vida por los demás, sin guardársela para sí, en aras de sus propios intereses. Hoy celebramos la fiesta de mi parroquia de San Lorenzo, en Córdoba, de la que el santo de la parrilla —así sufrió el martirio, según la tradición—, es titular. Un día hermoso para la comunidad parroquial que eleva su mirada a las alturas para contemplar el ejemplo de san Lorenzo, diácono, quien proclamó su fe ante el emperador Valeriano, y ofreció su vida en defensa de los más pobres, los verdaderos tesoros de la Iglesia. Jesús nos invita a «dar la vida», a «entregar nuestra vida» para que pueda ofrecer los mejores frutos.
San Lorenzo mártir, cuya vida contemplamos hoy y cuyo ejemplo admiramos, especialmente en la parroquia cordobesa que lleva tu nombre. ¡Nos quedamos extasiados ante tu ejemplar testimonio de fe y ante tu defensa de los más pobres y necesitados! Intercede por nosotros ante el Señor Jesús.
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