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jueves, 29 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL JUEVES 29/10/2015




jueves 29
Narciso; Bto. Joaquín
Royo; Bto. Miguel
Rúa






XXX del T.O.
2' del salterio
Rom 8,316-39/Sal
108/ Lc 13,31-35



                                  Lucas 13,31-35 
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte». Él contestó: «Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término". Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor"». 

Jesús, frente al poder
Impresiona la escena y la amenaza: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte». A Herodes le preocupa la predicación de Jesús, pero, sobre todo, la influencia que puede ejercer su palabra en las gentes, porque le restaría poder y mando. Y reacciona con la amenaza. Jesús responde con absoluta libertad frente al poder político y frente a los notables de su tiempo. Brilla la audacia, nos enseña la valentía de los profetas, que no se vienen abajo, ni se retiran, ni retroceden ante las dificultades o los muros de la incomprensión. Resuena especialmente en nuestros oídos el lamento que Jesús hace sobre Jerusalén y nos enternece su actitud acogedora, defendiendo a los más débiles. Prefiere morir antes que abandonar a sus polluelos. Así es el corazón de Dios: acogedor siempre, defensor nuestro, con la entrega a punto de su vida por nosotros.


Oye cómo te dice a ti Jesús: «Estás inquieto y nervioso con tantas cosas. Busca el reino de Dios. Elige la mejor parte y nadie te la quitará». 












habana vieja1

miércoles, 28 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: MIERCOLES 28/10/2015




miércoles
S. Simón y 
S. Judas, f. 
Anastasia;
Hermelinda





Oficio de la f
Ef 2,19-22 /Sal 18/
Lc 6,12-19 

                                Lucas 6,12-19           
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día,llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan,felipe,Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Vertían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados,y la gente trataba d tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

«Y pasó la noche orando...»
Cristo va a elegir a sus apóstoles. Y como pórtico de esa elección, coloca una noche de oración en el silencio de la montaña. En la lista de los Doce, el primero que aparece es Pedro, al que cambiará de nombre, gesto que, en la cultura israelita, significa «cambiar de personalidad». Simón pasa a ser «petros», roca sólida, a pesar de sus sombras e infidelidades. Aquellos apóstoles han sido seducidos por Jesús, y en la convivencia de cada jornada, aprenderán de su Maestro lo que significa el reino de los cielos, cuáles son sus características principales y cuál será su tarea, en la que van a empeñar su vida hasta la muerte. Dos grandes lecciones para nosotros: la oración como pórtico de nuestras decisiones; la gratitud de sabernos elegidos en las manos del Señor.

Somos familia en la fracción del pan. Solo al partir el pan podrán reconocernos. Seamos pan, hermanos. Ese pan, el Cuerpo de Cristo, será vida y salvación, esperanza y resurrección. 







martes, 27 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MARTES 27/10/2015





martes 27
Frumencio; Vicente, 
Sabina y Cristeta






XXX del ro.
2° del salterio
Rom 8,18-25/Sal
125 / Lc 13,18-21





                                                  Lucas 13,18-21
          
En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas». Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta».



Elogio de Cristo a tres virtudes
La parábola del grano de mostaza y de la levadura encierran el elogio de Cristo a tres virtudes cristianas: la humildad, la pequeñez, la sencillez. Cristo no nos habla de los poderes externos, a través de los que puede dominarse la sociedad. Todo lo contrario. Nos plantea cómo hemos de transformar el mundo: con la pequeñez del grano de mostaza que se entierra o de la levadura que se funde con la masa. Será nuestra «fusión» con la realidad, portadora de Dios, de los valores de su reino, la que haga posible la verdadera transformación. Nosotros ponemos de nuestra parte algo tan sencillo como nuestra vida y nuestro corazón. Y Dios pone su mano, su gracia, que realizará ese crecimiento inmenso de una semilla, hasta convertirse en árbol que acoge las aves del campo. A la humildad y a la sencillez, seguirá el asombro.


Dios no quiere solo tus obras. Dios no quiere solo tus oraciones. Dios no quiere solo tu santidad. Dios solo quiere tu amor. La humildad, la sencillez, la pequeñez de nosotros mismos.








lunes, 26 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL LUNES 26/10/2015




lunes 26
Evaristo; Bernardo; 
Rogaciano






XXX del TO.
2° del salterio 
Rom 8,12-17 / Sal 
67 / Lc 13,10-17



                                 Lucas 13, 10-17
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados». Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años,¿no había que soltarla en sábado?». A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.


La persona y su dolor es lo primero
El principio es claro y la lección para nosotros tendrá siempre rabiosa actualidad: el jefe de la sinagoga antepone la observancia de las leyes, según su interpretación, a la vida misma de las personas. Jesús, en cambio, impone las manos y cura a aquella mujer encorvada para que quede en claro la misericordia de Dios, la importancia de una vida ante las observancias humanas, llevadas al extremo. Jesús, además, echa en cara a aquellos fundamentalistas la sinrazón de sus actitudes: la liberación del sufrimiento humano, la ruptura de las cadenas que esclavizan, la persona humana, es lo primero y lo más importante. Jesús mira con amor infinito las situaciones humanas, mira nuestro corazón dolorido. Y, enseguida, extiende sus brazos para devolvernos la salud, la libertad, la paz.


Señor, queremos mirar siempre, lo primero de todo, el corazón de nuestros hermanos, descubrir sus males, detectar sus problemas más hondos, para extender nuestras manos y curar sus heridas.







domingo, 25 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: DOMINGO 25/10/2015



Domingo 25
Na Sra. del Buen 
Suceso; Bernardo 
Calbó; Crisanto y Daría; Crispín 
y Crispiniano; 
Gaudencio de 
Brescia; Frutos



2a del salterio
ler 31,7-9/Sal 125
/ Heb 5,1-6/ Mc
10,46-52




                          Jeremías 31, 7-9
Así dice el Señor: «Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas:
una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito»

.
Salmo 125
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.


Hebreos 5,1-6
Hermanos: Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».



Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?». El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.


Las tres cegueras de hoy
La escena del ciego Bartimeo nos llega a las entrañas: sus ganas de salir de la oscuridad; su fe en la presencia de Jesús; ese salto que da, abandonando la cuneta y el manto. Hemos de estar atentos a esas tres cegueras que, con frecuencia, padecemos acaso sin darnos cuenta. Primera: la ceguera de no ver a Dios, de no sentir su presencia, de no escuchar su voz; la ceguera de no percibir las luces y las sombras, sin que captemos el peligro de los abismos, ni tampoco los brillos de los paisajes más hermosos; tercera, la ceguera de «los signos de los tiempos», de la que nos hablara el concilio Vaticano II, que nos abren nuevos horizontes. Son tres cegueras que pueden acompañarnos en muchos tramos de la vida, privándonos de Dios.


Aquí estoy, Señor, como el ciego al borde del camino, cansado, sudoroso, polvoriento, mendigando por necesidad y oficio. Que vea, Señor, tus sendas; que vea, Señor, los caminos de la vida; que vea, Señor, ante todo, tu rostro, tus ojos, tu corazón.







sábado, 24 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: SÁBADO 24/10/2015




sábado 24
S. Antonio Mª
Claret, m.I.
Luciano y Marciano;
Duna; Luis Guanella





XXIX del TO.
1a del salterio
Rom 8,1-11 / Sal 23
/ Lc 13,1-9


                                 
                          Lucas 13,1-9

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera». Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?': Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas"».


Hay que cambiar el corazón
He aquí una página dura, difícil, pero importantísima en sus lecciones y mensajes. Sabemos que en tiempos de Jesús, Galilea fue patria de numerosos disidentes antirromanos. Y se nos dice que un grupo de galileos fue asesinado, con especial crueldad, por legionarios romanos en el templo. El crimen fue una auténtica provocación. Jesús, en sus palabras, quiere llegar al fondo del problema, convencido de que los conflictos políticos no se resuelven cambiando solamente a los gobernantes. Hay que cambiar el corazón, curar a fondo las heridas. La vertiente política queda iluminada por el mensaje religioso. La parábola final de la higuera nos habla de la ternura de Dios, de su paciencia infinita con nosotros.


«Todos los creyentes en Cristo —nos dijo Juan Pablo II en la Redemptoris missio— deben sentir como parte integrante de su fe la solicitud apostólica de transmitir a otros su alegría y su luz», para transformar así sus corazones.


viernes, 23 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL VIERNES 23/10/2015



viernes
S. Juan de 
Capistrano, m.l. 
Servando y
Germán; Ignacio
de Constantinopla; 
Juan Bono




XXIX del T.O.
1° del salterio
Rom 7,18-25a /Sal 
118 / Lc 12,54-59


                                                                                                                                                                                                                                                 
                                    Lucas 12,54-59 
            
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás e allí hasta que no pagues el último céntimo».


Los signos de los tiempos
Lo proclamó con fuerza el concilio Vaticano II: «La Iglesia tiene el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio» (GS 4,1). Los «signos de los tiempos» nos invitan a colocar nuestra mirada en la marcha del mundo, en la humanidad sufriente que busca y no encuentra un mundo mejor. Pero ahí están, ante nosotros, «los signos de los tiempos»: el hambre que nos interpela; la debilidad de tantos seres humanos que nos reclama; las injusticias que nos sublevan; las violencias que nos aterran; las guerras, con tanta sangre derramada como salpica la piel del alma. Y, mientras tanto, ¿qué hacemos nosotros? ¿Cuál es nuestro granito de arena? ¿Guardamos silencio o ponemos el grito en el cielo y en la tierra?


Alguien dijo, con emoción y encanto: «La Biblia es un menú de Pan fraterno. Jesús es el Pan vivo. El universo es nuestra mesa, hermanos».




jueves, 22 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL JUEVES 22/10/2015



jueves 22
Donato de Fiésale; 
Nancto; Salomé; Juan Pablo II; Bto. 
Timoteo Giaccardo







XXIX del T.O.
lº del salterio
Rom 6,19-23 /Sal 1
/ Lc 12,49-53


                                Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».


Jesús, manifestación de Dios en el mundo
Jesús utiliza la metáfora del fuego, que en la Biblia es la representación de una teofanía: hablar de fuego es hablar de una manifestación de Dios. Con esta imagen del fuego, Jesús introduce la imagen del bautismo: el bautismo es el acto por el que el cristiano asume en la vida el mismo destino que asumió Jesús. Y cuando este destino se toma en serio, vienen los conflictos. Por eso, Jesús dice que Él no ha venido a traer paz sino división: vivir el cristianismo auténtico entrará en conflicto, inevitablemente, con los intereses económicos, con las ideas políticas, con los asuntos familiares. Saldrán a flote los egoísmos y los intereses. Seguir a Cristo es apostar por la verdad, el amor, la justicia, la libertad y la paz. Y de ahí, esa división, esos enfrentamientos.


Señor, infunde en nuestras vidas el fuego de tu amor, un fuego que nos purifique y que nos convierta en antorchas vivas para iluminar el mundo.









miércoles, 21 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MIERCOLES 21/10/2015



miércoles
Hilarión de Gaza;
Úrsula; Celia y
Celina; Griselda; 
Laura de Santa 
Catalina de Siena





XXIX del TO.
lª del salterio 
Rom 6,12-18/Sal 
123 / Lc 12,39-48



                                                      Lucas 12,39-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?». El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá».


Llamada a la responsabilidad
Se nos habla con frecuencia de derechos y de libertades. Viktor Frankl decía que era necesaria, junto a la estatua de la libertad, que se levantara también una estatua de la responsabilidad. Esta página del evangelio nos expone, con palabras e imágenes duras, lo que puede suceder a los que no son responsables de sus parcelas en la viña del Señor. Sobre todo, los que no tratan bien a un prójimo cercano, los que emplean métodos violentos con ese prójimo que nos toca cuidar, acompañar, enriquecer, con nuestra palabra y con nuestro ejemplo. Cristo nos invita a esa responsabilidad que brota del amor y que tiene siempre especial incidencia e importancia cuando afecta a seres humanos, a personas que esperan de nosotros todo un abrazo de bien y de bienes.







martes, 20 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MARTES 20710/2015





martes 20
María Bertilla;
Adelina; Irene;
Aurelio; Victoriano





XXIX del TO.
lªa del salterio
Ram 5,12.156.17-
19.206-21 /Sa139 /
Lo 12,35-38









                                                  Lucas 12,35-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos».


Vigilar para vivir encuentros
El Señor nos invita a la vigilancia para ser mejores, para estar más cerca de Él, como preparación para recibirle en cualquier momento que llame o que llegue a nuestras vidas. No sería buena una vigilancia que nos hace vivir tensos, esperando el premio, buscando el premio. El Señor nos quiere atentos a la realidad, abiertos a su gracia y a sus dones, dispuestos a participar en el banquete de la vida y en la mesa del reino de los cielos. Cristo insiste, una vez más, en la imagen acogedora de la comida, que supone «estar juntos», «convivir en la alegría», «disfrutar de un Dios que nos quiere con locura». La mezquindad de ser buenos por un premio desfigura la placidez del encuentro con el Señor


Señor, queremos descubrir el mundo y amar a nuestros hermanos, no porque todo eso tenga un premio, sino porque esa actitud ya es un premio de gozo y de gloria, ya es una actitud que nos hace plenamente felices, saboreando tu amor y el amor de los hermanos.





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