jueves 29
Narciso; Bto. Joaquín
Royo; Bto. Miguel
Rúa
XXX del T.O.
2' del salterio
Rom 8,316-39/Sal
108/ Lc 13,31-35
Lucas 13,31-35
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte». Él contestó: «Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término". Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor"».
Jesús, frente al poder
Impresiona la escena y la amenaza: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte». A Herodes le preocupa la predicación de Jesús, pero, sobre todo, la influencia que puede ejercer su palabra en las gentes, porque le restaría poder y mando. Y reacciona con la amenaza. Jesús responde con absoluta libertad frente al poder político y frente a los notables de su tiempo. Brilla la audacia, nos enseña la valentía de los profetas, que no se vienen abajo, ni se retiran, ni retroceden ante las dificultades o los muros de la incomprensión. Resuena especialmente en nuestros oídos el lamento que Jesús hace sobre Jerusalén y nos enternece su actitud acogedora, defendiendo a los más débiles. Prefiere morir antes que abandonar a sus polluelos. Así es el corazón de Dios: acogedor siempre, defensor nuestro, con la entrega a punto de su vida por nosotros.
Oye cómo te dice a ti Jesús: «Estás inquieto y nervioso con tantas cosas. Busca el reino de Dios. Elige la mejor parte y nadie te la quitará».